13.10.09

ESPASMO



Fragmento extraído de la novela
Teleny de Óscar Wilde


Tras unos instantes de voluptuosa manipulación, sus labios se unieron. Con un movimiento insensible le tumbó sobre la cama. Con un vigoroso golpe lo introdujo en el vestíbulo del templo, otro más lo opuesto mitad de camino, y con ayuda de un tercero lo hundió en el fondo del santuario. La firmeza de la carne, la estrechez del conducto exigían algún esfuerzo. Nuevos y vigorosos empujones lo hicieron penetrar hasta el fondo del tabernáculo. Entonces mientras una mano le acariciaba los pezones, lastra le abría las nalgas, le introdujo el aparato en la capilla opuesta. Tras unos segundos de este pequeño fuego, llegó el momento de compartir las delicias. El fluido lechoso, largo tiempo acumulado, no pedía sino salir. Brotó en chorros espesos, desbordando, inundando por el licor de la vida, testimoniaba con su dicha y mediante gritos y suspiros. Sus fuerzas le abandonaron brazos y piernas se pusieron rígidos y permaneció desmayado en la cama. Una copa de cava le devolvió a un sentimiento menos sombrío de las cosas de este mundo. El le cubrió de besos el cuello y los brazos desnudos, frotó las mejillas, con el espeso y negro matorral de sus axilas, sin cesar de acariciarla. Él se estremecía bajo el ligero cosquilleo. Lo estrechó contra su pecho, su falo enhiesto, saltando fuera de la jaula se lanzó hacia la abertura presta a recibirle. Se frotaba voluptuosamente contra él, sintiendo que iba a desmayarse bajo aquella intensidad. Se quitaron el resto de las ropas frota cuanto puede su vaina, y esto le basta para que tras varias violentas sacudidas, el líquido ardiente con que él le inyectaba le diese tal espasmo que quedó inanimado sobre la alfombra.

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