Fragmento de un texto
de Eduardo Mendicutti
Jorge es exactamente lo que yo pretendía. No demasiado joven, no demasiado fuerte, no demasiado guapo. Pero atractivo. Muy atractivo. Y poco escrupuloso, aunque esos pocos escrúpulos bien definidos. Como los abdominales. Tampoco demasiado caro. En Lo hacemos por ti me rogaron que expresara mis exigencias con claridad, sin rodeos, sin medias tintas: edad (entre 30 y 35 años, dije) estatura (entre 1, 80 y 190) peso (proporcionado a la estatura, y un cuerpo razonablemente musculoso) color de pelo y de ojos rubio y de ojos verdes o azules) preferencia sexual (gay, pero sin pluma) dotación ( buena, sin exageración), prestaciones ( activo, que le guste besar y el sexo oral, mutuo) formación cultural (normal, tirando a escasa), gustos y aficiones ( deportes, compras, saunas, cuartos oscuros) Me hicieron con un programa de ordenado, el retrato robo de tres posibles candidatos, elegí el que más me gustó y me indicaron el precio: 250 euros la hora. De momento, lo he contratado para hoy, por cinco horas: de 6 a 8 de la tarde, y de 12 a 3 de la madrugada. El precio, ya digo no me parece excesivo, sólo tengo que pensar en cómo explicarle a Marcelo el cargo en la cuenta corriente. Marcelo y yo tenemos cuenta corriente compartida. Nos parecía comportarnos el uno con el otro como estrellas de cine, así que nada de contrato prematrimonial, nada de separación de bienes, nada de cuentas corrientes individuales. Los dos estábamos de acuerdo en que uno no puede casarse profundamente enamorado y andarse con esas precauciones y tacañerías. Supe de esa agencia por un anuncio en una revista gay y, al principio, me pareció un disparate. Pero enseguida me acordé de otras agencias similares, que ofrecen servicios cortados por el mismo patrón. Parece que son un negocio redondo. La filosofía es “ Si tú no puedes o no quieres hacerlo, nosotros lo hacemos por tí”
Porque yo estoy felizmente casado, ya digo. Pero a veces lo echo de menos. lo de antes, quiero decir. Aquella vida llena de hedonismo, de sexo salvaje, de amor tarifado, de promiscuidad. Así que, por medio de esta agencia he encontrado a Jorge, y en esa media hora le he dado instrucciones: le he dicho: De 6, 30 a 7, pasea por Hortaleza y échale el guante a algún musculitos que vaya al gimnasio. Acompáñale. Entrena con él, si hace falta. Luego, cómetelo bien. En las duchas. O en el vestuario. Muérdeselo todo. Exprímelo. Devóralo. Hazlo por mí, y cuéntamelo. De 7 a 8, una sauna, la Apolo me han dicho que es ahora la más. Cuanto más material te eches al zurrón, mejor. Y si puedes hacerlo con dos a la vez, o con tres o con cinco mejor que mejor. Sin hablar mucho ¿eh? Y nada de nombres, nada de teléfonos, nada de citas. Aquí te pillo, aquí te mato. A tope. A muerte. Hazlo por mí, cuéntamelo. Después, descanso hasta medianoche. Cena bien. Colócate un poco. a las 12, al Ajedrez. Van chaperos. Elige el tiarrón brasileño al que le salgan los músculos por las orejas. Ojo, no gastes más de 150 euros, y que la agencia me lo cobre aparte. Exígele que haga de todo. Y que llegué hasta el final Respétalo siempre, eso sí, Que el chaval se sienta bien. Que se entregue. Envíciale. Hazlo por mí, y cuéntamelo. Más tarde, hasta las 3 al Rounds. Cerveza a morro. Mano al paquete. Mirada. Sala de vídeos. Cuarto oscuro. No te cortes. No enciendas el mechero. No te hagas el estrecho. Eso sí, ensaya bien antes cómo ponerse sobre la marcha y en tiempo récord un condón. No seas egoísta, no seas posesivo, no seas melindroso. Agáchate lo que haya que agacharse, empínate lo que sea menester. Arrasa. Hazlo por mí y cuéntamelo. Eso le eh dicho. Que lo haga por mí, que estoy tan felizmente casado, hecho un marido devoto, un futuro padre responsable, un hombrecito de mi casa. Que lo haga por mí, y que me lo cuente.
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