Fragmento extraído y traducido del catalán
de la novela Sin cobertura de Dolors García
En los libros y las revistas que me pasaba desde hacía tiempo, se notaba el esfuerzo de los gays por acceder a un sistema de vida equiparable al de los heterosexuales. Cada vez había más. Políticos, militares, médicos, abogados, artistas, presentadores de televisión o deportistas lo trataban de forma natural y también reivindicativa. La sociedad, por suerte, está cambiando. El pensamiento que el homosexual es una desviación o una enfermedad está cada vez más arrinconada. Pero aún así no me sacaba que yo, de momento continuara escondiéndolo. La psicóloga ya me dijo que me costaría aceptarme sobre todo porque los modelos sociales que nos inculcan desde pequeños son fuertísimos. Si a eso se le junta un carácter más bien tímido e introvertido como el mío, no era extraño que mi comportamiento tendiera a disimularlo tanto como pudiera, el hecho que me gustaran los chicos. Porque además ¿Cómo se debí para ligar con un chico? Y además con un chico que aún no sabe si comparte tus, digamos preferencias. Porque yo, a Roger, si hubiera querido, me lo habría ligado allá mismo, delante de la casa de sus abuelos, delante de la iglesia que conservaba un mural puntado por mi padre. Y cuando menos me lo esperaba, en medio de todos estos pensamientos, apareció Sendal. Mi Sendal. Nunca me había parado seriamente qué me despertaba, porque tenía miedo a que no hubiera nada compartido. Sendal nunca había ido con ninguna chica. Pero las miraba. Como también miraba a los chicos, que yo lo había notado. Se fijaba si eran atractivos, cómo iban vestidos, cómo caminaban etc.
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