Fragmento extraído de la novela
El almuerzo desnudo de William Burroughs
Dijo el chapero: lo que hay que aguantar en este trabajo Si te cuento las proposiciones que me hacen no te lo creerías… Quieren jugar, quieren fusionarse con mi protoplasma, quieren una sesión de pinchar figuras, quieren chuparme los cojones, quieren quedarse con mi experiencia anterior y dejarme viejos recuerdos que me dan asco. Estaba jodiéndome el individuo aquel y pienso: Por fin un cabrito normal, pero empieza a correrse y se convierte en una especie de cangrejo espantoso. Le dije mira ti, no tengo que aguantar este numerito. Puedes ir a montártelo a un cabaret de locas. Hay gente que no tiene clase. Y otro personaje, un individuo espantoso, se sienta ahí y telepatiza y suelta la leche en los calzoncillos. Muy desagradable. Una vez vi a un hombre que trabajaba por la ferias ¿entiendes? y al principio era como un número de ventrílocuo nuevo. Y muy divertido, además por entonces. Hacía un numero que se llamaba “El ojo menor” que era la monda, se lo juro. Se me ha olvidado cómo era, pero era muy divertido. Era algo como que un culo empezaba a hablar por sí mismo. Salía a escena sin nada preparado y le culo se ponía a improvisar y le daba la réplica a los chistes todas las veces. Una vez en Timboctú vi un chico árabe que tocaba la flauta con el culo, y los mariquitas me contaron que en la cama era algo único. Te tocaba una canción subiendo y bajando por el, órgano, apretando en los puntos erógenos, distintos en cada persona, claro está. Cada amante tenía su propia canción, la perfecta para él, para llevarle al orgasmo. El chico era un artista a la hora de improvisar nuevas combinaciones y orgasmos especiales, algunos eran notas en lo desconocidos…
El almuerzo desnudo de William Burroughs
Dijo el chapero: lo que hay que aguantar en este trabajo Si te cuento las proposiciones que me hacen no te lo creerías… Quieren jugar, quieren fusionarse con mi protoplasma, quieren una sesión de pinchar figuras, quieren chuparme los cojones, quieren quedarse con mi experiencia anterior y dejarme viejos recuerdos que me dan asco. Estaba jodiéndome el individuo aquel y pienso: Por fin un cabrito normal, pero empieza a correrse y se convierte en una especie de cangrejo espantoso. Le dije mira ti, no tengo que aguantar este numerito. Puedes ir a montártelo a un cabaret de locas. Hay gente que no tiene clase. Y otro personaje, un individuo espantoso, se sienta ahí y telepatiza y suelta la leche en los calzoncillos. Muy desagradable. Una vez vi a un hombre que trabajaba por la ferias ¿entiendes? y al principio era como un número de ventrílocuo nuevo. Y muy divertido, además por entonces. Hacía un numero que se llamaba “El ojo menor” que era la monda, se lo juro. Se me ha olvidado cómo era, pero era muy divertido. Era algo como que un culo empezaba a hablar por sí mismo. Salía a escena sin nada preparado y le culo se ponía a improvisar y le daba la réplica a los chistes todas las veces. Una vez en Timboctú vi un chico árabe que tocaba la flauta con el culo, y los mariquitas me contaron que en la cama era algo único. Te tocaba una canción subiendo y bajando por el, órgano, apretando en los puntos erógenos, distintos en cada persona, claro está. Cada amante tenía su propia canción, la perfecta para él, para llevarle al orgasmo. El chico era un artista a la hora de improvisar nuevas combinaciones y orgasmos especiales, algunos eran notas en lo desconocidos…
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