12.6.09

ENTRE DIEGO Y YO


Fragmento extraído del libro
Cuaderno del amor de Antonio Gala

Nunca entre Diego y yo, al concluir los gestos que promovió el amor, sobrevinieron tristezas ni desganas. Nunca la decepción como parece ser frecuente, no por lo escaso que fue el placer sino por lo infinito que pudo ser. Se producía entre nosotros una vislumbre del paraíso, y sus puertas no se cercaban después de golpe: seguíamos hundido uno en el otro a través de los ojos. No era el cuerpo el único invitado a la fiesta gloriosa. La soledad no extendía luego sobre el lecho su sábana incolora. Quedaban, pervivían, aún más crecidos, el gozo y las vías del gozo, y la familiaridad y la vida en común, abatidas las murallas de ambos. Duraban el cuerpo y sus jardines, porque su jardinero era clamor. Duraban el sentimiento y el espíritu que sopla sonde quiere, cuando la carne había entrecerrado sus ventanas. A menudo, unido en el ápice de la voluptuosidad, descendíamos de él a tientas, de las manos, riéndonos, masticando cada uno la risa compartida del otro.

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