14.6.09
DOS EPIGRAMAS DE CALIMACO
I
La mitad de mi alma aún no respira, la otra no lo sé
si el amor o la muerte la llevaron ellos. Pero me falta.
¿No habrá vuelto a irse con alguno de esos muchachos?
Les dije con frecuencia: No recibáis, jóvenes a la fugitiva.
¿La tomaré con Teótimo? Sí, seguro que anda con él
esa enferma de amor, esa que merecería ser lapidada.
II
Un cazador, Epicides, busca libres en los montes
y sigue la pista a las gacelas, sin temer
a la nieve no a la escarcha. Pero si alguien le dice:
“¡Mira, la pieza está tocada!” Entonces él ya no la quiere.
Mi amor es semejante. Persigue todo lo huidizo,
y pasa de largo de cuanto se le ofrece.
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