Fragmento extraído de la novela
La piscina de la biblioteca
Salí de la piscina y me dirigí goteando y jadeando, al vestuario. Avancé entre las dos hileras de chorros calientes, cuyo rocío salía despedido de las baldosas negras, desviándome o deteniéndome de súbito cuando los hombres, desnudos o con bañador, se ponían de lado, se enjabonaban un pie levantado y apoyado en la pared, se daban palmadas resonantes en el estómago o se volvían al oír el ruido de la puerta batiente, para ver qué belleza acababa de entrar. Tras intercambiar breves saludos con un par de individuos a los que apenas conocía, elegí una ducha libre entre un joven pálido y de aspecto astragado, con tatuajes serpenteantes a lo largo de sus brazos, y un negro enorme, que debía de medir por lo menos metro noventa, muy redondeado y pesado, el rostro aniñado y sin un pelo en la cabeza… ni como no tardé en descubrir, en ninguna parte de su cuerpo. Su polla lustrosa y pesada, acomodada sobre su escroto tenso y rugoso, sobresalía por debajo de un cilindro de grasa. Se estaba enjabonando vigorosamente, dejando un unto sedoso sobre las expansiones rollizas y suaves de la espalda y el vientre, y, de un modo jovial y desinhibido, cantaba mientras los hacía. Lo saludé con un movimiento de cabeza, como para decirle que me daba cuenta de lo feliz que era, y él me sonrió de una manera que sugería una disposición afectuosa y exuberante. Pensé que podría golpearme como lo haría un monstruo a una chiquilla confiada, o aplastarme sin darse cuenta y acabar conmigo. Deposité mi caja de jabón y champú, dejé que el agua tamborileara sobre mis hombros y miré a mi alrededor.
En el Corry los hombres se desnudan junto a sus taquillas y luego llevan sus toallas a la zona entarimada en el extremo de la sala de duchas. a menudo, lo que han estado nadando aún llevan puesto el bañador, y algún semental puede concederse burlonamente un minuto de tensión antes de desanudar lánguidamente la cinta corrediza y quitarse la breve prenda, liberando la polla y los huevos en uno de los momentos más vulgares y emocionantes de los que es posible gozar. Me pareció que un tipo norteamericano estaba haciendo precisamente eso en el otro lado del cuarto. Fornido y bien parecido, se regodeaba bajo la ducha respirando pesadamente, antes de volverse de espaldas y ajarse el reluciente bañador para velar un trasero firme y sin vello, de un blanco lechoso entre las zonas tostadas por el sol de la espalda y los muslos. Yo aún llevaba puesto mi bañador negro, absurdamente ceñido, y noté que mi polla protestaba contra aquel impedimento, crecía y me dolía, a causa de la mucha actividad a que había estado sometida últimamente.
En el Corry los hombres se desnudan junto a sus taquillas y luego llevan sus toallas a la zona entarimada en el extremo de la sala de duchas. a menudo, lo que han estado nadando aún llevan puesto el bañador, y algún semental puede concederse burlonamente un minuto de tensión antes de desanudar lánguidamente la cinta corrediza y quitarse la breve prenda, liberando la polla y los huevos en uno de los momentos más vulgares y emocionantes de los que es posible gozar. Me pareció que un tipo norteamericano estaba haciendo precisamente eso en el otro lado del cuarto. Fornido y bien parecido, se regodeaba bajo la ducha respirando pesadamente, antes de volverse de espaldas y ajarse el reluciente bañador para velar un trasero firme y sin vello, de un blanco lechoso entre las zonas tostadas por el sol de la espalda y los muslos. Yo aún llevaba puesto mi bañador negro, absurdamente ceñido, y noté que mi polla protestaba contra aquel impedimento, crecía y me dolía, a causa de la mucha actividad a que había estado sometida últimamente.
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