18.6.12

DE VACACIONES CON ALESSANDRO


Fragmento extraído de la novela
Generation of love de Matteo Bianchi


Como Alesssandro y yo nunca hemos pasado juntos las vacaciones, decidimos marcharnos un par de días a un lugar cualquiera, tan sólo para descansar un poco. Nos montamos en la moto y nos dirigimos hacia la zona de los lagos. Es la primera vez que hago turismo en motocicleta y me parece muy emocionante. Nos desplazamos de un pueblo a otro, sin una meta precisa. Nos detenemos para tomar el aperitivo, para comer una pizza, para meter los pies en el lago. Al final, ya casi de noche, buscamos un hotel y hacemos el amor. Nos quedamos dormidos, casi de inmediato. Yo me despierto en plena noche y, después de dar vueltas en la cama inútilmente, me asomo a la ventana de nuestra habitación para respirar un poco de aire fresco. Reclinado sobre el alféizar, mis ojos abarcan todo el panorama: las siluetas de los montes que se recortan sobre el cielo azul eléctrico, las luces que brillan en el lago, los reflejos del oleaje de la piscina del hotel. Sería un auténtico escenario de Leavitt si el nombre del pueblo no fuera Prunello de la Val Bembaza. Pero mi vida ha sido más real que los libros.

Vuelvo a dirigir la mirada hacia el interior de la habitación. Alessandro duerme profundamente. Ha apartado las sábanas y ahora está tendido de un costado, completamente desnudo. Durante algunos minutos estudio las curvas de su cuerpo, los músculos perfectos de los hombros y de los brazos, el ritmo de la respiración en el tórax, el sexo inerte, las piernas delgadas. Observándolo mientras duerme, intento recordar episodios significativos de nuestra relación, pero sólo me vienen a la mente fashbacks inconexos y carentes de auténtico sentido. Me veo de nuevo haciendo el amor con él en casa de Alberto, en su cama, una vez que mi amigo se había marchado y me había dejado las llaves del piso. Recuerdo que ese día, Alessandro estaba distraído y especialmente fogoso. Cuando le pregunté el motivo me confesó, casi avergonzado, que nuestro reflejo en el espejo, en la pared de enfrente, le producía una estúpida excitación erótica. Por primera vez me pregunto si quiero compartir mi vida con un hombre como él. O si realmente quiero compartirla con alguien. Peor no encuentro ninguna respuesta; empiezo a sentir frío por los hombros, así que vuelvo a la cama. Como si estuviera despierto, esperándome, Alessandro me abraza y me estrecha contra su cuerpo. Lo único que puedo pensar es que tal vez no sea capaz de programar mi futuro todavía, pero este abrazo es lo que necesito por ahora.





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