26.10.11

AL BORDE DEL PAROXISMO



Fragmento extraído de la novela
Teleny de Óscar Wilde

Me hallaba sumido en una alegría de éxtasis, todos mis nervios se contraían mientras que él en su exceso goce, se retorcía y rechinaba los dientes. No podía soportar más, sus brazos se aferraban a mis hombros y hundía las uñas en mis carnes, trataba de moverse peo su verga estaba tan aprisionada que le resultaba imposible seguir avanzando. Sus fuerza le abandonaban y apenas se sostenía entre las piernas. Cuando intentó dar otro empujón yo apreté la vega con toda la fuerza de mis músculos y un violento chorro, semejante a un géiser caliente, brotó inundándome y quemándome como un corrosivo ácido, incendiando mi sangre y transformándola en una especie de ardiente alcohol. Su respiración jadeaba de forma convulsa, se ahogaba aniquilado. Él se arrodilló primero para rendir sus devociones a príapo y tras haber mojado y cosquilleado al diosecillo con su lengua, me montó a horcajadas. Como había perdido hacía mucho su virginidad, mi verga entró más fácilmente en él que la suya en mí y aunque mi herramienta no fuese de dimensiones ordinarias, no le hizo ningún daño. Abrió el agujero, entró la cabeza y luego con un golpe de riñones, la mitad de falo, siguió empujando y tras una o dos sacudidas toda la columna se alojo dentro, cuando estuvo bien empalado, rodeó mi cuello con sus brazos… Y al punto él dio comienzo la cabalada con una destreza sin par, empezó al trote y pasó luego al galope levantándose sobre la punta de los pies para dejarse caer y volverá levantarse cada vez más deprisa, retorciendo el trasero en cada sacudida, de suerte que yo me encontraba aprisionado, agarrado, sorbido y chupado al mismo tiempo. Mis nervios se tensaron, mi corazón palpitó con tal violencia que apenas podía respirar. Mies arterias estaban a punto de estallar. Un calor intensa me quemaba, en vez de sangre, tenía fuego en las venas. Y galopaba cada vez más deprisa. Yo me retorcía en medio de una deliciosa tortura. Sentía que me derretía y en sólo se detuvo cuando hubo sacadote mí la última gota de semen que había de mi. Mis ojos nadaban en órbitas, mis párpados pesados estaban medio cerrados, una insostenible voluptuosidad que mezclaba dolor y placer me anonadaba, luego todos se esfumó.



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