Un poema de Manuel Francisco Reina
Por le mar del deseo, que es un cuerpo
en el que otro indaga sudosos
con afán de búsqueda de susurros,
navega venturoso con vocación de náufrago.
surca hasta perder el límite de los sentidos
y ahógate en la dicha del cartógrafo,
como si esa pequeña muerte fuera
comienzo infinito de un nuevo viaje.
Alcanza cada playa, cada costa,
cada vibrante duna de piel dura y dorada,
y aprende sus perfiles como un sabio
en esa búsqueda voraz de las nuevas islas.
eso sí, no te olvides del deleite,
del lenguaje más antiguo del mundo
que prende en cada uno en calentura
incurable y mortal, sin acabarnos.
Recuerda que aprender es sólo un juego,
y el gozar un regla de sus normas;
requisito feroz para esta ciencia
que más nos interroga cuanto más se ejercita.
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