26.4.11

RODEADO



Un poema de José María Muñoz


Rodeado de un inservible mundo de cosas bellas,
me recibe la pura mocedad de ese bronce
tal vez para romper con su dureza el fuego
y no reconstruir con su materia
otro mundo más fuerte.
la lentitud con que apresura su corazón de tiempo
es ahora muerte.
De qué sirvió ese vano resplandor de sus formas;
fue tan bello como la aurora candente de unos brazos
que lo consienten todo, y en su destreza intacta
deposita el mensaje a la divinidad de sus sentidos.
no escucha. No emociona sus labios al sentirse
admirado. nada perdona con su cautela
extendida en la sombra que deja su corteza
bronce como una llama, ardiente en el silencio.
para qué le ha servido ser un día tan firme
como retoño suave en un bosque de ausencias.
Para qué le ha servido ese perfecto yugo
anclado en su sonrisa… Todo pasó; ya sea
efímero este goce, efímero este instante,
efímera esta búsqueda infinita.
Su voz está gritando con las palabras justas
que murió siendo joven.

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