13.12.10

NO ES PECADO


Fragmento extraído de la novela
El edificio Yacubian de Alaa Al aswani



Fue una noche hermosa. Cenaron en un restaurante de pescados al Muhandissin. Abdah se comió el solito casi un kilo de gambas con arroz y se bebió enteras dos botellas de vino suizo. La cuenta subió a más de setecientas liras, que Hatim pagó con la Visa. Aquella noche, en la cama, Hatim estuvo a punto de llorar de placer: sentía como si navegara entre nube y deseara que el tiempo se parara en aquel momento. Después del amor, como de costumbre, se quedaban enganchados a la cama. La pálida luz de una larga vela ondeaba dibujando sombras sobre la pared de delante cubierta con papel pintado. Hatim habló largamente de sus sentimientos hacia él. Abdah estaba en silencio, miraba hacia delante, de repente una expresión de seriedad le invadió el rostro.Hatim le pidió, preocupado: ¿ Qué te pasa Abdah? / Tengo miedo Hatim Bek/ Abdah hablaba lenta y profundamente. / ¿Miedo de qué? / De Dios, sea loado / ¿Qué dices? / El señor sea glorificado y exaltado. Tengo miedo de que nos castigue por lo que hacemos/

Hatim calló mientras lo contemplaba en la oscuridad. Se le hacía extraño lo que le pasaba, hablar de religión con su amante. Era la última cosa que se imaginaba./ Creo en Dios desde toda la vida. En el pueblo me decían el jeque Abdah. Siempre rezaba en la mezquita, cumplía con el ayuno del ramadán y todas las leyes religiosas, hasta que te he conocido y he cambiado / ¿Quieres rezas, Abdah? Reza. / ¿Cómo quieres que rece si bebo y duermo contigo cada noche? Siento que Dios esá enfadado conmigo y me castigará./ ¿Quieres decir que Dios nos castigará porque nos amamos? / Dios ha prohibido este amor. Es un pecado muy grave. En el pueblo hay un imán que se llama Dreaui, en paz descanse: era un hombre bueno y temeroso de Dios. En el sermón del viernes nos decía. “Id con cuidado con la sodomía, es un pecado enorme que hace temblar de ira el trono de Dios”

Hatim no podía resistir más. Se levantó de la cama, encendió la luz y prendió un cigarrillo. Con su rostro hermoso y la amplia camisa sobre su cuerpo desnudo parecía una hermosa mujer enfadada. Expulsó el humo del cigarrillo y de repente gritó: Abdah, me tienes desconcertado. No sé qué más hacer por ti. Te quiero y pienso en ti y siempre intento ayudarte. El lugar de agradecérmelo, me amargas la vida de esta manera.” Abdah continuó tumbado y en silencio, mirando el techo con las manos bajo la cabeza.. Hatim acabó de fumar y se sirvió una copa de güisqui, y se la bebió de un trago. Volvió a sentarse al lado de Abdah y le dijo más calmado: “Escucha, amor mío. Dios es grande y su misericordia es real y no la que pretenden estos ignorantes de tu pueblo. hay mucha gente que hace las plegarias y cumple el ayuno, pero roban y trasgreden. A éstos , Dios, los castiga. A nosotros, estoy convencido de que Dios perdonará porque no hacemos daño a nadie, simplemente nos amamos. Abdah, por lo que más quieras, no me hagas un drama, es tu aniversario y tendríamos que alegrarnos.

No hay comentarios: