Fragmento extraído de la novela Burdel
de Pedro Gandía Buleo
¿Follar? Djami juega cuando dice hacer el amor, ese ritual de la carne que nos aleja de aquí. Por le balcón abierto llegan voces, ruidos de motores, una sirena de barco, el bullicio de los pájaros en la palmera de enfrente. Aprieto el play, suena Shiny Happy people. La música de REM cambia la atmósfera del cuarto De pronto, es ayer en la playa. Estoy sentado en las rocas, oyendo esta misma música. Djami saluda desde el agua. Librarse de la racionalidad sumergiéndose en las cosas de Afrodita, como en aguas termales. La cura de Eros. El cielo está de un azul rabioso; el mar, radiante como nunca. Djami sale del agua, una estatua viviente de luz. El cielo se licua en su carne. Toco su cuerpo oscuro, y su piel tan suave y tan fría. Follamos de pie con el agua por la pantorrilla, contra las rocas que nos ocultan. De pronto, unas voces se escuchan cerca. Nadamos mar adentro para continuar bajo el agua. Eros infinito bajo el agua. Puedo experimentar ese sentimiento oceánico. Contra la ley del principio de realidad. Anoche se empeñaban los dos en metérmela. Les dije que no, pero insistían. Entonces pensé en Jean de Dieu; seguro que se prestaría gustoso y fui a su cuarto. Sí, me dijo al momento. Tú, vete a calentármelos. Y al primero que se le ponga tiesa, me lo mandas deprisa. Pero rápido, no se le vaya a bajar por el camino. Les propuse a los chicos un concurso. El primero que se empalmara conmigo se follaría a Jean de Dieu. Se echaron a reír, dijeron sí, sí. Reduán no tardó ni un minuto en ponerse a punto. En esto, Jean de Dieu que abre la puerta y se hinca a cuatro patas sobre el colchón. Ale, ale ale, dice. La enorme polla torcida de Reduán embestía con su dificultad natural. El chico forcejeando por ganar el fondo. Y los gemidos de Jean de Dieu tocando más que a fondo. Djami se restregaba contra mí, los devoraba con los ojos.
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