20.9.10

EXCELENTE GUSTO


Fragmento extraído de la novela
El edificio Yacubian de Alaa Al aswani



Los homosexuales acostumbran a destacar en las profesiones que comportan el trato con la gente, como son las relaciones públicas, el oficio de actor, de negociantes, de abogado. Parece que su éxito en este ámbito se debe al haberse librado de esta vergüenza que hace perder a los otros la oportunidad de éxito. Por otra parte, la vida de los homosexuales, llena de experiencias humanas y nada comunes, los permite entender mejor la naturaleza de las personas y los hace capaces de poder influir en ellas. También destacan en los oficios que exigen buen gusto e imaginación, como la decoración y el diseño de moda. Es sabido que los diseñadores de moda más famosos son homosexuales: probablemente su doble sexualidad les permite diseñar ropa femenina excitando para lo hombres y al revés. Los que conocen a Hatim Raichid pueden tener sobre él ideas o conceptos diferentes, pero todos tendrán que admitir su gusto delicado y original don que tiene a la hora de elegir los colores y la ropa. Incluso su dormitorio, como sus amantes. Hatim se aleja del vulgar modelo femenino que adoptan muchos homosexuales. No se maquilla, no se viste con camisas de dormir de mujer ni tampoco lleva pechos postizos. Más bien se esfuerza con toques de experto en hacer resaltar su belleza afeminada. Se viste con chilabas transparente, bordadas de colores bonitos, y se afeita completamente la barba. Se marca las cejas hasta un límite adecuado y calculado, se punta ligeramente los ojo y se peina hacia atrás sus cabellos suaves o se deja caer mechones desordenados sobre la frente. Intenta así conseguir siempre el modelo del bello joven de la antigüedad.

Es también con este mismo gusto delicado que ha comprado ropa para su amigo Abdah: pantalones estrechos que muestran la fuerza de sus músculos, camisas, camisetas de colores claros para iluminar su rostro oscuro, con cuellos siempre abiertos para destacar sus músculos y el pecho poblado de vello. Hatim es generoso con Abdah. Le daba mucho dinero, que él enviaba a su familia. Consiguió también para él una recomendación, que le comportaba una mejora en el trato. Muchas veces gozaba de permisos y se los pasaba todos con Hatim. Eran como dos novios en la luna de miel. Se despertaban al medio día y gozaban de la pereza y de no tener nada que hacer; comían en los mejores restaurantes, iban al cine y salían de compras. Avanzada la noche, se metían en la cama y una vez satisfechos sus cuerpos se acostaban abrazados en la tenue luz de una lámpara. A veces charlaban hasta la madrugada. Hatim no olvidaba nunca aquellos momentos tiernos. Una vez saciada su sed de amor, se aferraba al cuerpo de Abdah como un niño espantado, acariciaba su piel dura y oscura con la nariz como un gato, y le hablaba de su infancia, de su padre, de su madre francesa y de su primer amante, Idris. Lo más sorprendente era que Abdah, a pesar de ser joven e ignorante, entendía las emociones de Hatim y comenzaba a aceptar mejor su relación. El rechazo inicial desapareció y en su lugar surgió una pasión deliciosa y pecaminosa. También entraba la fortuna, el bienestar, la ropa nueva, la comida de calidad y los lugares de lujo, donde Abdah jamás hubiera soñado entrar. De noche cuando volvía acompañado de Hatim, le gustaba pasar por el lado de los soldados de la Seguridad Central y saludarlos de lejos con su aspecto elegante, como si quisiera demostrarse que durante un tiempo se había convertido en diferente de estos pobres miserables, parados absurdamente largas hora de sol y lluvia…

No hay comentarios: