14.9.09

EL CORTADOR DE CESPED

Fragmento extraído de la novela
El padre de Frankenstein
de Christopher Bram


Se ve bajar a un hombre joven. Es alto, tiene los hombros anchos y lleva el pelo muy corto. El joven abre la puerta trasera y empuja hacia él una cortadora de césped. Es una máquina pesada, pero él la levanta, los músculos de la espalda tensos bajo la camiseta, tensos también los muslos y las nalgas en los ceñidos pantalones de faena; y le basta con flexionar las rodillas para dejar la cortadora de césped en el suelo. El joven no repara en la sombra blanca que asoma en la ventana en saliente de la casa, unos cincuenta metros más arriba. La sombra observa la escena mientras él, apoyando un pie en el motor, tira de la cuerda de encendido, una vez, dos veces hasta que la máquina arranca y ahoga con su rugido el canto de los pájaros. E muchachos e afana en su trabajo. La sombra no deja de observarle. El joven se detiene, se endereza, y se quita la camiseta por la cabeza, dejando al desnudo un musculoso torso rosado y los anchos hombros, y vuelve al trabajo. Tiene un tatuaje en el hombro derecho, como una magulladura apenas apreciable, y está demasiado lejos para saber quién es o qué dice. Ah juventud sin camisa, piensa Whale y sonríe, a la espera de recibir el familiar chispazo del deseo, pero sólo siente una punzada de tristeza. Ese cuerpo medio desnudo sólo lo hace sentir más viejo, indiferente y extrañamente asexuado. Suspira y se aparta de la ventana, decidido a seguir adelante con el orden del día.

Se sienta en el sillón, deja un libro de Rembrant, coge del suelo el Physique, decide mirar sus fotos. Músculos, piel cuerpos. Salvo el robusto personaje de la tapa ninguno de los modelos va cubierto con algo más que un trozo de cordel. Cuerpos: depilados, brillantes, con un tatuaje ocasional que sugiere una vida ajena a toda fantasía dedujo. Cachas del cuello para abajo, las caras insulsamente americanas como las de las vallas publicitarias de la autopista. Éste es demasiado joven. A Whale no le gustan los niños y este otro demasiado tonto. ¿Quién se excitaría con un hombre desnudo que seca platos? A Whale las fotos le parecen ridículas, y sin embargo, conmovedoras. No, no le emocionan de la manera que se supone que deben hacerlo, pero le trae recuerdos de haber tenido, alguna vez esa emoción. Whale se ha acercado a la puerta mientras recordaba esas noches de apenas sólo hace dos veranos. El jardinero peina el agua con una pala de gasa, recoge las hojas caídas y los insectos ahogados. Tiene los hombros anchos, el pecho lampiño y, de perfil, una barriga sensual y juvenil. Su cara revela más años de los que le había supuesto desde la casa. Es mayor que los chicos de la revista, tiene una nariz un punto aplanada y un aire de matón que lo hace atractivo.


No hay comentarios: