30.4.09

MOHAMED

Fragmento extraído de la novela
Carajicomedia de Juan Goytisolo

Mohamed reunía en su persona los atributos y gracias de un santo: robusto, de estatura media, y aunque de piel blanca y sin vello, lucía un espeso bigote negro del que se servía diestramente al besar. La naturaleza fue generosa con él tocante a sus prendas: su mano de almirez enhestaba al menor roce su gloria como el viril de la custodia en manos del oficiante, incluso durante el sueño. Recuerdo algunas noches de llama intensa cuando, después de las preces, escuchaba el ritmo pausado de su respiración y disponía a voluntad, con mi inmediatez corporal, de la instantánea rigidez de la columna central de su templo. Viajamos juntos, con el aval de la Obra, primero a Hamburgo y luego a Ámsterdam. Allí me propuso enviar una postal con su firma a D.M, un célebre y almibarado cantor de la época, de lo que deduje que fue socorrido con su fogosidad. Fuera de esta y de alguna otra incursión con un devoto del cilicio y de la mortificación de la carne, sus preferencias le orientaban al otro sexo. Fue como muchos compatriotas suyos, un santo pasajero, cuyo sincero fervor conmigo revistió a todas luces un carácter excepcional.

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