26.3.09

HYAKINTOS


Un poema de Juan Gil-Albert

¡Oh milenarios rizos que sacude
la indecisa cabeza del mancebo
primaveral! El sol todos los años
en ese día lleno de esperanza
en que la tierra deja de su sombra
abrirse el sueño y pronto resplandece
sobre la faz la débil criatura
de la aflicción, bajando por los montes,
también como un rapaz enardecido
,como una trepadora escala de oro.
En su ígneo corazón vuelve a sentirse
un fervor pasional y por sus viejas
mejillas los rosarios resplandores
tíñenle de vergüenza encantadora
su juventud. Los hombres se preguntan
asomados al quicio de sus puertas
o abriendo el vago son de sus ventanas:
“¿Qué día es hoy, qué pasa allá en los cielos?
¿Por qué la tierra es rosa y por qué cantan
los pardos rajaruchos del invierno?
¿Qué trastorno ha llegado mientras dulce
palpita el universo? Y desatando
su corbata se pierde el estudiante
por su cercano bosque y la doncella
abre su piano viejo y los jinetes
sienten que sus caballos les transportan
por un aire divino en que suenan
agrestes besos”.Todos de complacen
en aquella demencia a la que llamandía de paz.
¡Oh bucles perfumadossobre los cuales gime el sol transido!

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