Fragmento extraído del diario
Retrato de un artista en 1956
de Jaime Gil de Biedma
Subí tambaleante la pasarela y
ala entrada el Steward me devolvió el pasaporte con un impreso de customs clearance para Hong Kong.
Precedido por el mismo steward entré
tropezando en mi cabina cubierta y me senté a cumplimentar laboriosamente aquel
impreso, él siempre a mi lado standing at
attention. El calor allí dentro era sofocante y en medio del trabajo quise
aflojarme la corbata. Entonces, oh entonces, mi silencioso ángel guardián
deshizo delicadamente el nudo, botón a botón me desabrochó la camisa hasta la
cintura y me aligeró de la chaqueta con tanta destreza que apenas necesité
interrumpirme. Puse a toda prisa la firma en el papel, me levanté y esperé. No
mucho rato. Pasó a desnudarme minuciosamente, engujándome el sudor del cuerpo
con una toalla y cuando ya daba yo muestras visibles de excitación, me tendió
sobre la litera y empezó a masturbarme. Era impersonal y eficaz. Tantas y
gentiles atenciones a un borracho muy naturalmente me movieron a corresponder,
so I unzipped his fly and rewarded him with a thoroughly well done blow job. Tuvo un orgasmo imperturbable, se ajustó la
bragueta apenas descompuesta, me preguntó si deseaba u whisky. Volvió al
minuto, me lo dejó bien a mano sobre la mesilla, me arropó, era por completo
innecesario, y se marchó sin decir más palabra, apagando la luz.
Entró la noche, y del olvido en
brazos
caí cual piedra en su profundo
seno.
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