22.2.10

SESION DE FOTOS EN LA PLAYA


Fragmento extraído de la novela Burdel
de Pedro Gandía Buleo

Había quedado con Djami a las seis, frente al Univers. Foto, foto para la posterioridad, suspira un chico, en ajustado bañador amarillo, que llega de la fuente con dos cubos azules de plástico. Otro quiere una foto en su caballo alazán, otro aún junto a una motocicleta. Una foto así, dice un niño y se pasa un cinturón por el cuello, y saca la lengua y pone cara de colgado. Luego, las fotos por la playa. Chicos en bañador, de pie o en cuclillas, sobre las rocas negras. El rojo, el azul, el verde, el amarillo. Y el negro brillante de los cuerpos y las rocas. Mire señor, dice alguien. Y al ver, que lo enfoco se lanza como un delfín sobre el verde del agua. Encuadro el punto en que desapareció, algas de un esmeralda luminoso. Los miembros mojados de los bañistas fulgen como joyas. Sale del agua un chico con gafas de bucear. Gafas de bucear. Gafas de plástico color fucsia, ajustadas con una goma amarilla al pelo negro reluciente. Quiere una foto así, con sus gafas. Descubro, en el encuadre, unos rasgos muy bellos. Los labios, la nariz el mentón redondeado. Cuando se quita las gafas, sus grandes ojos negros, de pestañas muy largas, brillan como joyas. Se pierde luego por entre las jaimas. Djami estaba puntual en la verja. En el cuarto, pronto se da cuenta de la cassete que le compré esta mañana en la romería. Puede verse en la carátula, a un ídolo popular con pinta de marica de playa, en pantalón y camiseta blancos que le marcan los férreos músculos. La posición nada ambigua de su brazo derecho pide a gritos: méteme el puño, así, hasta el codo. Djami observa la carátula, me mira sonríe. Con dos tragos de whisky se ha puesto a bailar como las esferas. Djami es el sexo feliz y el alcohol, conexiones luminosas. la alegría sin más. Cuando me bebo en sus labios, veo en él las imágenes que amé. No consiente en que cambie la música, le da al autorreverese. Dice Dima, siempre. Es decir q, hasta que diga baraka. Pero hoy no dice nada. Son casi las diez de la noche cuando se levanta. Se viste lentamente con torpeza. le recuerdo que mañana, tras vez a las nueve. Se marcha tambaleándose. Ni gota de whisky en la botella.

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