1.12.11

EL POLI GUAPO


Fragmento extraído de la novela
Sígueme de Cristóbal Ramírez

El poli guapo me gustó enseguida porque tenía una voz melódica y olía silvestre. Su aroma a incertidumbre impregnaba el salón. Sus labios carnosos, el inferior más crecido que el superior, provocaban, provocaban mentir, engañar y hacer el mal. Y como esos labios estaban del lado de la ley, de la verdad, lo hacían más interesante. Mucho más atrayente. Tenía el pelo azabache, y tan corto y puntiagudo que parecía erizado. Hubiese querido acariciarle el cogote y me jodía tener que contenerme. Llamaba la atención su planta de galán romántico, sustentada ésta por una mirada sentimental de seducción que penetraba con pasión a quien observaba. Era alto y corpulento, elegante y majestoso como un toro de lidia, y pensé que si tuviera que abrazarlo me costaría sobremanera rodear sus anchos hombros. Me provocaba también su trasero. Lo tenía prieto, compacto en el algodón. De uniforme atraía, porque imponía. Me imaginé que sus calzoncillos serían Nikos, seguro. Me daba cuenta de que estaba en presencia de unos fríos funcionarios de la administración de justicia. Y que lo iba a pasar mal. Mi polla comenzó a latir, lenta, pero persistente. El poli guapo se apartó de la ventana y tomó asiento en el otro sillón. Al sentarse dejó escapar de sus pulmones un soplo de aire cálido que me llegó al rostro como una plácida bofetada. El poli guapo me estudiaba en profundidad. Se adelantó en su asiento y su rostro quedó a escasos centímetros del mío. Su boca estaba tan cerca de mi oído que percibía claras las inhalaciones y exhalaciones de aire. También me llegaron diáfanas las palabras. El poli guapo fijaba sus ojos en mí con intensidad, pero no decía nada. Me estudiaba atento y su expresión reconcentrada decía que lo tenía crudo, que lo tenía mal. Adelantó también el cuerpo en su asiento pero no se levantó, continuó por el contrario observándome con interés, las manos cruzadas bajo su potente barbilla. ¡Cómo me provocaban sus labios! Eran pura lujuria. Yo sólo deseaba mentir para aquellos labios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario