17.11.11

LOS REGATEOS DE MOHAMED



Fragmento extraído del Diario 1966
de Joe Orton



Al llegar al piso de Bill tuve problemas para abrir la puerta. Por suerte no apareció nadie. Yo iba pobremente vestido, con unos pantalones corrientes y un jersey de cuello dalo, mojado por la lluvia. Al fin conseguí abrir la puerta y entrar. Fui a mear. El chaval se quedó en medio de la habitación. Traté de explicarle que aquel apartamento era de un amigo. Creo que no entiende francés, inglés ni español. Le llevé a la cama. Le besé. Era tímido y no abrí al aboca. Se puso muy excitado cuando le desnude. Yo también me desudé y nos echamos y nos acariciamos durante unos diez minutos. Tenía un cuerpo gordo y zafio, el pijo grande, aunque no tanto que dejara chico o diera envidia al mío. Le di la vuelta. No me dejaba entrarle, así que se la puse entre las nalgas y le follé, así resultaba muy excitante. Se había dado saliva en las nalgas. Me corrí dejando un manchón en la colcha de Hill Fox. Fui por una toalla. Luego nos besamos un rato más, la nuca, las mejilla, los ojos; seguía sin abrir la boca (extraño, sin duda, para un muchacho árabe) tendría unos quince años; seguro que tenía que haber aprendido. Luego me dio la vuelta él a mí y se corrió colocándose como había hecho yo antes con él. De pronto se detuvo y dijo “ ¿Cuánto me dará? “ “Cinco dirhmas le dije. No, quince, por favor. No le dije. Cinco. Hizo una mueca. Vale, dijo y siguió. Tardó mucho en correrse. Luego nos quedamos juntos echados durante una hora, mientras afuera llovía a cántaros y rugía el trueno. Se llamaba Mohamed. Hill Fox me dijo que al barón Favier le gusta disfrazar a lo jóvenes con uniforme militar. Una noche se ligo a un marinero, se lo llevó a casa, le hizo quitarse el uniforme de la marina y ponerse el miliatar antes de tirárselo.


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