17.11.11

CARTA DESDE MANILA

Fragmento extraído del diario
Retrato de un artista en 1956
de Jaime Gil de Biedma


Carísimo. Levanto mi brazo para hacerte seña pero no me ves; lo impide la esfericidad del planeta, que pone entre nosotros densas masas geológicas y mares misteriosos. Tú, en Roma, desfilas entre pálidos etruscos de sonrisa sesgada y estatuas que también te miran fijamente; yo en cambio, vivo en el Hotel Luneta, cerca de la bahía, junto a los árboles que crían los grandes frutos tibios del bien y del mal, sin que hasta ahora haya caído sobre mí la manzana en obediencia simultánea a la ley de la gravedad y a la ley del amor. En la noche, errante por mi cama, los sentidos se juntan hacia el tacto y se abre cada por ligeramente húmedo en sus bordes, como una flor que con el rocío sólo no tuviera bastante. A veces por la mañana, si me ofrezco a la ducha furiosa, un cabello desnudo, olvidado en el pecho o en el hombro, me despierta y recuerdo: “hasta aquí llegó Jorge” ¡Oh inundación que se retira, niveles demasiado pronto abandonados! Luego, durante el día, el cuerpo duerme bajo la ropa, lo mismo que la pistola que se deja en la mesita de noche hasta que llega el momento de cometer el crimen. Escríbeme a las señas que este sobre murmura; ata tu carta con no más que un cabello de tu barba de fauno con musgo; dime el secreto de tu dulzura escondida; pinta grandes dibujos que digan “aquí estaba” háblame del cansancio de subir escaleras. Sobre Manila, donde yo te espero, la luz no hace daño, pasan niños oscuros que quizá me interroguen- a mí, que tristemente prolongo mi camino. Sólo el zumbido del air conditioning me apacigua.



No hay comentarios: