Fragmento extraído del libro
Los perros de Hervé Guibert
Yo seguía chupándole sin parar, cuando de repente su brazo fatigado ha cesado de marcarme como una cebra las nalgas, que me escocían y tirándome de la correa, me ha obligado a abandonar su sexo. ha dicho: ya me estás fastidiando, me vas a lamer el culo un poco, me he corrido en tu boca sin que te dieras cuenta, mi lefa debe de haberte tapizado el velo del paladar, tenfo que recargarme un poco, reponer un poco de lefa para qtu culo, me vas a lamer el culo, sé que te da asco y te excita al mismo tiempo, lo vas a chupar hasta el fondo, aspirarlo, y a pensar que te voy a cagar en la boca, aunque no lo haga, tienes que recibirme por todas partes, al cabo de un rato se ha vuelto y me ha dicho: tengo ganas de mear, me ha apartado los labios con un dedo a cada lado de la boca y la ha rociado con su orina, me ha dicho. La próxima vez te mearé en el culo, te llenaré el vientre, entonces me ha hecho levantarme, yo estaba aún tragando su amargo chorro, cuando se ha puesto, detrás de mí a azotarme las nalgas como un loco, decía. Te voy a dar por el culo. Hay que calentártelo bien, pero también debe ser tolerable no tener nada en él ( acababa de sacar el falo negro) Tienes que suplicarme una vez más, desear en voz muy alta mi picha dentro del culo, y pon un poco de entusiasmo, si no, sólo recibirás mis patadas, te voy a meter la polla hasta el fondo del culo, porque me has sido un perro obediente, di que la quieres, mi polla en el culo, ruégamelo, retuércete, patalea, quiero que te cagues, llores y babees otra vez de ganas de que te la meta por el culo, y al tiempo que me obligaba con una mano a arquearme excesivamente, no cesaba de azotarme las nalgas, ha dicho. Aún no estás lo bastante bien atado. Podrías escaparte, aún no eres bastante dócil, y me ha desatado la ligadura que me trababa el cuello para volver a apretarla más pasándome por cada lado de los hombros, bajo los omoplatos, para ligarme, encordelarme como un paquete, y por último volviendo a pasarme la sábana entre los dientes, como un freno, después de haberme llenado la boca con la bola cubierta de lefa y mierda de su calzoncillo, amarga, contra mi lengua, yo mascullaba dentro, su polla ha entrado sin dificultad en el culo relajado y él se ha puesto a hurgar en él, a agotarme con empellones furiosos de la pelvis, sacudidas a viesas, a cada golpe .
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