
Fragmento extraído del relato
Bendito sea el ángel azul
de Daniel M. Jaffe
Me quedo un rato junto a una hilera de cubículos y espero hasta que un chico bajito pero musculoso se mete en uno de ellos, establece contacto visual conmigo y luego cierra la puerta con pestillo. Entonces me meto en el cubículo de al lado, cierro la puerta, paso el pestillo y miro a través del glory hole. El chico se ha puesto de rodillas. Como mi bragueta sigue desabrochada, sólo tengo que sacarme la polla, que está morcillona, e introducirla en el agujero. Este chico también sabe lo que se hace. Pienso en lo peligroso que es meter la polla a través de uno de estos agujeros. ¿Y si el chico que está al lado le gusta morder o es un psicópata armado con un cuchillo? ya basta ha llegado el momento de largarse. Saco la polla, salgo y me lavo en la pila del baño. Echo un vistazo en la sala de la lluvia dorada y veo a un tío gordo, desnudo, en una de esas bañeras y me quedo mirándole. “Por favor, señor” me suplica, y entonces, meo sobre su estómago y su pecho mientras él se masturba. “Gracias señor” me dice, cuando ya he terminado. Me gustan los chicos educados. Sigo dando vueltas y me meto en un cuarto atestado de tíos sin camiseta. Huele a sobaco. Me quito la camiseta y me la sujeto al cinturón. Inmediatamente, un montón de manos empiezan a sobarme le pecho. Sí, tengo cincuenta, pero hago ejercicio y eso, a oscuras funciona, ya que mis patas de gallo se esconden entre las sombras. En la oscuridad, una boca se cierra sobre mi pezón izquierdo y lo succiona como un recién nacido, mientras otra boca me trabaja el derecho como una sanguijuela. Apoyo los brazos en sus hombros, y acaricio sus cabezas. Uno de los chupadores de tetas se larga para vampirizar a otro tío, y le chico que me está trabajando el pezón me muerde demasiado fuerte, de modo que le empujo. Entonces vuelve al ataque, incluso con más fuerza, pensando probablemente que forma parte del juego. Deja que la testosterona siga su camino y Dios sabe lo que un chico es capaz de hacer. le agarro por su rizado pelo y tiro de él. Se mueve para continuar, así que le doy una buena hostia en las mejillas…
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