Un poema de Dionisio Cañas
Que importa que los cuerpos precedan al deseo
si é se pierde además entre los arbustos
oscuros de la mente que construye cielos
allí donde los muslos esperan ser lamidos
Lamidos hasta sacarles el sabor de la madera
aquella que rozó tu mano en un momento
y que ahora aunque huele aún como entonces
no eres tú quien la tocas sino el lado
ajeno de mí que con el cuerpo curvado
deja que se goten unas horas inútiles
sin que haya pasado ni pájaro ni rata
por el campo vacío de mis ojos.
Aunque te ame aunque bebamos más de una cerveza
y alguien subrepticio haya abandonado
el mensaje del deseo en mi mirada
ni tú ni yo podemos deshacernos de un recuerdo
un lugar donde ya seremos siempre
aquellos cuerpos que ignorantes
encontraron un mar un amor el deseo y juntos crearon un futuro abandonable
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