
Poema extraído del libro
Vici(o)situdes de J. Ricart
En el brazo izquierdo lucía
un tatuaje, por cada historia
de amor: un corazón, una serpiente…
le pregunté por cada uno de ellos: sí ese
(a veces los idiomas sirven de algo)
los dos sonreímos por pura inercia,
las risas resbalan como inútil
espuma de cerveza. Aquella escena
me resultaba familiar, quizás
de haberla visto en alguna película.
salimos del bar dimos una vuelta
por el puerto. la luna ofrecía
toda su redondez a las sombras.
Jugamos al quién es quién sin saberlo.
Esta vez, llegaría hasta el final.
Casi dos metros, todo músculos, ni
gota de grasa, valía la pena.
El uniforme almidonado y blanco
lo hacía todavía más apuesto.
Fuimos a una pensión que estaba cerca,
el permiso había que aprovecharlo,
sólo esta noche, mañana zarpaban.
Sus ojos fondeaban en los míos,
brillaban como dos peces de plata,
el resto ya podéis imaginároslo…
antes de irse le dije algo que nunca,
nunca debe decirse en estos casos.
What? Sabía que no me entendería.
Las grúas agacharon la cabeza
para quemar sus ojos en el agua.
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