16.4.09

ME LLAMO ERIC

Fragmento extraído de la novela
Las noches salvajes de Cyril Collard


El último día de rodaje, por la noche, la cena tradicional de final de la película tuvo lugar en una pizzería de Levallois. El equipo técnico y los actores se habían reunido alrededor de unas mesas dispuestas en forma de U. Eric, el actor que había hecho el papel de Jean, el médico homosexual que se había enrolado al lado de Arafat, estaba delante de mí. Nuestras miradas recruzaron muchas veces, pesaban una encima de la otra. Me decidí a ir hasta él. Acerqué mi boca a su oreja y le dije: tengo ganas de ti. Yo pensaba lo mismo me dijo. Salí de la pizzería por la puerta de atrás. Había escaleras, galerías, bloques de pisos por todas partes. Eric, me vino a buscar: besos, abrazos. Nos arrastramos, apretamos, contra las carrocerías de los coches bajo la luz anaranjada de las farolas de sodio. Un amor entrevisto, minutos robados. Ya no hablaba a Éric del virus que me corría por las sangre. Pero no me arriesgaba a contaminarlo. Nos la pelábamos; él no me daba por culo. Cada uno acariciaba encima del cuerpo del otro los rasgos de su adolescencia perdida. El alejamiento de Eric se produjo, tal como tenía que ser, con discusiones inacabables en los cafés. Me quería convencer que no había otra manera de amarse. Se fue y yo veía la silueta recorrer la acera con un caminar un poco rígido, de pasos, demasiado juntos. Un domingo por la tarde Éric me llamó; lo hice entrar. Se desnudó, me desnudé, se tumbó en mi cama. Hicimos el amor. Yo estaba contra su piel, pero igualmente suspendido en el aire encima de nuestros cuerpos enlazados. Contemplaba, sin acabármelo de creer, aquella escena en la cual yo era uno de sus actores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario