14.4.09

LOS MUCHACHOS DE CASABLANCA


Fragmento traducido del catalán
y extraído de la novela
L’amant del nois de Isidre Bravo



Pero sobre todo Casablanca fue para mí el bullicio increíble y vitalísimo de la playa más animada del mundo, traspasada por olas de sonrisas de un público infantil, adolescente y joven alucinado por le gozo; el flash irrepetible – que saboreé sin limitación de tiempo ni recensura social- de los chicos lanzándose, excitados y con atrevimientos bellísimos, al agua desde las rocas del muelle –pidiéndome fotos que capturasen sus propias proezas- duchándose en la fuente en hileras de pieles brunas y dientes blancos, o escalando el muro hasta la barandilla de la avenida en pirámides de cuerpos armoniosas- o fragmentadas, en racimos de una agitación exultante- invadido el ser por una alegría y una fruición desbordantes, que dispensaban desvergonzada, impune y contagiosamente a los espectadores, atrapados sin defensas delante de tanta vitalidad y tanta belleza.

El esplendor de los lugares y de la vida aquí es tanta y su resonancia tan íntima, tan sagrada, tan incendiaria, que quizá por eso necesito viajar solo. Como escribe Cernuda en Belleza oculta, dentro de Ocnos, ante la belleza que se le revelaba posprimera vez, el pequeño Ascanio - su otro ego- experimentó agudamente que no podía comunicar aquella sensación y compartirla. Es la belleza de las casas, de las calles, de las olas, de las montañas, de la luz, de los reflejos, de la sinfonía inacabable de formas y colores, de los sonidos y de los silencios… Pero, sobre todo, la de la cadencia y la sonrisa de los cuerpos que llenan y vivifican cada espacio que atravieso y que, de alguna manera, hago mío.

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