28.1.13

SENTADOS EN LA ARENA



Fragmento extraído de la novela
El cordero carnívoro
de Agustín Gómez Arcos

Sentados en la arena, permanecemos en silencio. Tienes mi mano entre las tuyas. Tu mano es una caricia. Y luego, atraes mi cabeza hacia ese lugar de tu cuerpo en que te late la vida, potente. Tu segundo corazón. Me aprietas contra él con la misma pasión con la que me aprietas contra tu pecho. Todo se borra y todo renace. Seguimos siendo nosotros dos. Te vuelves paciente y tierno, como cuando yo era pequeño y  tenías que enseñarme con mucha delicadeza, tu voluntad de amar. De amarme. Retomo poco a poco mi lugar en tu vida. Simbiosis de nuestros cuerpos, pregunta y respuesta, amor iniciado contra todo y contra todos, tú, mi hermano, yo, tu hermano, un solo ser.  Tus caricias ya no son de amor. Más que nunca, siento que quieres ser mi amante. Eso ayuda. Y reconforta. No quieres sólo mi cuerpo, sino mi integridad. Te sientes mi creador. Y lo acepto. Pero en tal caos, me toca a mí poner las condiciones. Ya no soy un niño. Soy un hombre. No he dirigido ninguna fábrica. No me he casado con una mujer rica. Tan sólo he sufrido. Te quiero porque eres mío. Te quiero porque te poseo. Te quiero porque necesitas amor. Te quiero porque eres el desorden y a mí no me gusta el orden. Te quiero porque cuando me miras, haces que me sienta Nereo. Y te quiero, sobre todo, porque al fin he comprendido que no puedo hablar de mi amor a nadie que no seas tú, y que ése es el verdadero amor. También te quiero porque tu contacto me lleva al límite de mi virilidad. Y te ríes. Tus dientes son como dos cuchillos que cortan el aire donde florecen mis palabras. Ya no sé que debo hacer. Me desnudo. Me tumbo en la arena. Tú haces lo propio y me cubres, me penetras. Fijas tus ojos en los míos. y me muestras lo que significa el amor consciente.


No hay comentarios: