27.6.11

CUESTION DE TRES





Fragmento extraído del Diario 1966
de Joe Orton


Torcí por una calle pequeña cerca de la estación del metro y entré en un urinario. Sólo había un tipo gordo con chaqueta de lana; no me interesaba especialmente. Entraron algunos otros, feísimos todos. Al final el lugar estaba tan lleno que decidí marcharme. Salí, fijándome al hacerlo por si veía alguno que mereciera la pena, de pronto vi uno (un hombre joven) que no estaba mal. Me siguió fuera y caminamos bajo el puente. Era irlandés. Cara pálida, mejillas hundidas, pero agradable ¿Tienes dónde ir? le pregunté. “Comparto una habitación con un compañero” dijo él. Creí que quería decir que no disponía de un sitio. Así que dije:” Yo por aquí no conozco ningún sitio” ¿ Te gustan los tríos? me preguntó entonces el joven. Me encogí de hombros. “Depende de quién sea el tercero” dije al tiempo que pensaba que era un comentario muy sensato ya que su compañero podría ser espantoso. “Si quieres puedes venir conmigo” dijo ¿No le molestará a tu compañero? pregunté. “Si le molestara, no te diría que te vinieras, ¿no te parece? “ Comentario muy sensato, comparable en sensatez al mí.

Se llamaba Allan Tills. Era guardia de seguridad. Creí que quería decir policía. Pero no. Su compañero trabajaba en un bar. Tenían un piso en Highbury. El piso estaba en un edificio victoriano pintado de azul y bien conservado. Cuando llegamos, su compañero estaba en casa. Fui a mear y cuando volví me lo presentó. Dave. Comprendí en seguida que estaba de suerte: había merecido la pena. Tenía los ojos azules claro y barba de un día. Llevaba vaqueros y camisa de cuadros, camiseta blanca bajo la camisa. Tendría unos veinticinco años y era de Burnley, Lancashire. Su cuerpo poseía una suavidad que no era de mujer. Supuse que me dejaría follarle. Esperaba no tener que convencerle. ¿ Quieres comer algo? dije que no.. “Nosotros vamos a tomar algo” dijo A. Tills. Estoy muerto de hambre. Pasamos a la cocina. Se prepararon pescado y patatas fritas y yo tomé una taza de té. ¿Dónde trabajas? preguntó ojos azules Dave. “En la British Drug House” dije, pensando que en semejante situación sería absurdo decir la verdad. ¿De dónde eres? me preguntó al cabo d eun rato. De Leicester dije. Yo tuve un compañero que es jugador de allí. Me acosté con él la noche antes de su boda- “Debiste arruinar su noche de bodas” dije por decir algo, en realidad, ya que el comentario no tenía mucho sentido. “Sí2 dijo Dave.

Luego pasamos al dormitorio, era una habitación amplia, en la pared había un grabado de barcos en un puerto. Había dos camas, una grande y una pequeña. Se acercó y me besó. ¿No te importan los tríos? preguntó, de forma un tanto lasciva, pensé “No” dije. Se desvistió. Estaba delgado, tenía vello negro en el pecho y la polla grande. No me quité los pantalones de inmediato. Tampoco Dave. Recordé que en Tánger Marzuk tampoco lo habría hecho. En la cama todo funcionó bastante bien. Abracé y acaricié a Tills, más que nada para mostrar buena disposición, pues hubiera preferido empezar con Dave. Era como tener que comer el pan antes de tocar la jalea en las fiestas escolares. Al cabo de un rato aceptable me volví y abracé aojos azules Dave; tenía un cuerpo muy sexual. Mientras tanto, Tills me la chupaba. Al cabo de un rato, di la vuelta a Dave y se la metí. Dio un grito y salí. Tills nos ofreció vaselina y me unté la polla. Tills embadurnó el trasero a ojos azules Dave y empecé otra vez. Entró de maravilla. “No te muevas” “Quédate echado” le dije. Lo hizo. Mientras le follaba, Tills se masturbaba. También, y recuedo haber pensado. “Vaya católicos irlandeses pervertidos” me daba palmadas en las nalgas. La verdad es que resultaba bastante excitante-. Cuando me corrí y salí, vi que Tills se había corrido. Dave se me subió encima y me limpió frotándose contra mi vientre. Nos quedamos en la cama un rato, soñolientos. Tills empezó aponerse tierno otra vez al cabo de unos quince minutos. Me excité yo también. Pero no quería molestarme en hacer mucho. Y entonces, para mi sorpresa, ojos azules Dave, también con su segundo empalme, empezó a darme. Pensé que sería una grosería no dejar que me hiciera lo que yo le había hecho a él. Así que le dejé follarme. No sé si se corrió o no.

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