Un poema de Marco Antonio Coronel
Desde ayer sólo pienso en tu cuerpo
sutil como el canto del giróvago.
Desde ayer no paran de zurear mis ojos,
reclinados bajo el mantel de tus brazos.
eres así:
el murmullo del canto,
la fuente y el meandro,
todo el agua, el cauce, el mar.
Arrostra mis labios:
sabes que te amo,
que sólo importa lo irracional del lecho.
Destroza esas abejas de corazón sudado,
toma su miel de auriga
y que sólo importen los labios.
Qué rapidez la de nuestros besos,
qué bellos tus pensamientos
y la lira de tus ojos.
dame el panecillo del desvarío,
el vitral de tu pecho,
que yo romperé toda la saga de naufragios.
Corre, corre como las algas,
apodérate de mis párpados,
como si fueran el casco de un barco viejo.
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