16.5.11

POLITICAMENTE INCORRECTO




Fragmento extraído
de la novela Una playa muy lejana
de Pedro Menchén


Me hacen mucha gracia esos grupos reivindicativos “el movimiento rosa o la revolución rosa” los llaman. ¡Joder! ¿Por qué rosa? Un hombre debe ser siempre un hombre aunque sea homosexual, un hombre debe ser como cualquier heterosexual. Esos grupos reivindicativos son como las feministas. Sólo ven una parte interesada de la realidad.
¿Sabes que han abierto en Madrid una librería dónde sólo hay libros de autores homosexuales? Como si los libros de García Lorca, Oscar Wilde, Tenesse Williams o Truman Capotte no se pudieran comprar en las librerías supuestamente heterosexuales, como si los libros de cualquier maricón no hubieran tenido nunca un sitio en las librerías y en las bibliotecas al lado de los autores heterosexuales. Lo mismo se creen esos tipos que son muy modernos y muy progresistas. Pero son ellos los que discriminan ahora a los autores heterosexuales al negarles un sitio en su librería, son ellos los que practican el racismo, la automarginación y la intolerancia.

Además pienso que los homosexuales están obsesionados con el sexo. Ése es el problema. Su obsesión con el sexo. De acuerdo, a todo el mundo le gusta el sexo, ¿verdad? todo el mundo busca sexo, pero los homosexuales más ¡mucho más! los homosexuales nunca se sacian. Salen a la calle y ya están haciendo la carrera, ya están buscando sexo todo el día- Quizá sea algo genético. Quizá tengan algo que ver los muchos años de represión- Tampoco voy a condenar yo el sexo. Practicarlo está bien. Es estupendo. Es higiénico. Peor el sexo no es lo único que hay en la vida. U muchos homosexuales suelen olvidar que antes que homosexuales son hombres, y aunque antes de hombres son personas. Por eso son tan promiscuos. Por eso son capaces de tener varios contactos sexuales con tíos distintos en una sola noche, y no ya como algo excepcional, sino habitualmente. ¿Qué heterosexual haría eso?

Hay, además una subraza de homosexuales que es la vergüenza de la humanidad. Me refiero a esos homosexuales que van a los cines y a las salas oscuras a fornicar con desconocidos a los que nunca verán las caras, me refiero a esos homosexuales que van a los urinarios y permanecen allí durante horas masturbándose, mientras miran cómo mean los demás, me refiero a esos homosexuales que husmean por las noches en pasadizos y parques, a esos homosexuales que salen de caza por las plazas y calles céntricas de las ciudades, en busca de soldados provincianos, de extranjeros en situación ilegal o de pobres muchachos despistados. Para esa subraza de homosexuales no hay nada sagrado, nada respetable. El mundo para ellos es una gigantesca polla. Todo lo que hacen en sus vidas conduce siempre a una polla, y entre homosexuales no creas que hablan, como los demás ciudadanos de deportes, de economía o de política. Nada de eso. Hablan de pollas, única y exclusivamente de pollas. Si uno la tenía muy larga o muy corta, del tío que se han tirado o del que piensan tirarse-

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