9.3.11

LAS FOTOGRAFIAS DE HERBERT LIST



Fragmento extraído de la novela
El sol de la decadencia
de Luís Antonio de Villena


Creían en todos los sentidos del exceso. Abundaban en la idea de un mundo simbólico y artificial, como muy superior a cualquier naturaleza. A la inversa, List parece creer radiantemente en la belleza de la vida misma, y de alguno de sus privilegiados habitantes, de forma que no era necesario manto ninguno, ni enjoyadas Herodías. Junto al desnudo natural (en la naturaleza) basta un símbolo mínimo y bello a la vez, que acredite la originalidad de la cámara, o su inserción voluntaria y nueva en esta larguísima tradición de la belleza. La desnudez y le monóculo. el modo exquisito en que Herbert se movía o miraba, lo explicaba por entero. Resumía siglos de cristales tallados en las manos. Pero vivía en las ruinas dóricas de un promontorio, entre fustes rotos de un templo que celebró a neptuno. El sol y le mármol coincidían en la piel del modelo. El interior del viejo fortín español poseía paredes de ladrillo rojizo, y desde alguna desgarradura se veía el mar. Otras fotografías mostraban en ese mismo escenario a uno de los chicos desnudo y de espaldas, entre estatua y contemplador de agua. Otras era los pies – primitivos y bellos- y los tobillos con el vello naciente, y el extremo de la gandora blanca. Sólo eso. O las duchas de muchachos en la arena, viéndose siempre menos de lo que uno presentía si miraba realizar la fotografía. Un muslo oscuro y tenso, pelo revuelto – como si flotara en el aire- y manos grandes y jóvenes como pugnando por asir algo. Todo tan refinado y erótico, en cuanto aparecía el cuerpo.

No hay comentarios: